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5 propuestas para una nueva fiscalidad en tiempos de COVID-19

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada ha consultado a 130 expertos sobre cómo debe ser la fiscalidad en medio de una pandemia.

Con unos Presupuestos Generales aún sin firmar, las próximas semanas son claves para que el Gobierno de Pedro Sánchez negocie con los distintos partidos políticos del Congreso en qué nos vamos a gastar el dinero en el siguiente ejercicio. Esto implica hablar de impuestos y parece que el presidente está de acuerdo con una reforma fiscal para que España se mantenga fuerte ante los embistes del coronavirus en una ya maltrecha economía. Nuestro país entra en una nueva normalidad con las peores cifras del PIB de toda la economía de la zona euro, con una contracción del 18,5%, según cifras de Eurostat. Por ello, nos preguntamos, ¿cómo será la nueva fiscalidad en plena pandemia?

Un nuevo Mister Marshall en camino

El pasado mes de julio, Bruselas ya decidió el dinero que recibiría España del Fondo de Recuperación: un total de 140.000 millones de euros para los próximos 6 años, de los cuales, 72.700 millones serán ayudas directas a fondo perdido y el resto, préstamos que deberán ser devueltos. Sobre la mesa ahora, aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado que llevan siendo prorrogados 3 años y que, en este momento, son la base que ayudará a canalizar los ingresos procedentes de la UE.

Para llegar a un acuerdo, el espectro político se divide sobre el tipo de reforma fiscal que necesita España y si hay que apostar por subidas generalizadas o rebajas. ¿En qué punto estamos dentro de esta nueva normalidad? ¿Tiene sentido la subida del IRPF a las rentas más altas? ¿Es necesario revisar el IVA de los productos para que la recaudación sea más justa? La nueva normalidad en tiempos de COVID-19 plantea una fiscalidad en la que no todos están de acuerdo.

Para dar respuesta a estas dudas, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha preguntado a un grupo de 130 expertos de diferentes sectores profesionales. Sus reflexiones han servido para dar con las claves sobre un nuevo sistema fiscal, más eficiente y justo, que pueda enfrentarse a las consecuencias económicas y sociales de la crisis sanitaria. A pesar de las diferencias, estos han sido elementos de consenso:

1.- Ampliar las bases tributarias

La idea pasaría por reducir lo máximo posible los beneficios fiscales, cortando de raíz los regímenes especiales de tributación: “La eliminación de algunos de estos beneficios fiscales podría generar un volumen importante de ingresos”. Este ensanchamiento sería aplicable tanto al IRPF como al IVA y al Impuesto de Sociedades: “En cuanto a los dos primeros tributos, debería eliminarse el régimen de estimación objetiva de los rendimientos de actividades económicas en el IRPF (los llamados módulos) y, en paralelo, el régimen simplificado del IVA”.

2.- Reconsiderar el IVA de los productos

Este impuesto indirecto sobre el consumo tiende a crecer en épocas de crisis. Por lo tanto, no es de extrañar que sea necesario revisar aún más este apartado para recaudar de una manera equitativa sin que afecte directamente a los compradores con peor situación económica: “Deberían revisarse con criterios muy selectivos bienes y servicios gravados con tipos reducidos y superreducidos de IVA, con un elevado coste recaudatorio y muy discutibles beneficios en términos de equidad”. Como solución, Fedea propone que los efectos redistributivos de los tipos reducidos se consigan “con transferencias directas a las familias o a través del IRPF”.

3.- No aumentar la presión fiscal sobre las sociedades

Esperan una reforma del impuesto sobre sociedades que lo aproxime a la neutralidad, reduciendo así las distorsiones que la normativa actual “genera en las decisiones de inversión, financiación y organización empresarial”. De esta manera, se espera que mejore su integración con el IRPF y asegure “un reparto equitativo de su recaudación entre países”.

4.- Impuesto sobre el patrimonio / de sucesiones y donaciones

Reforma integral de la tributación del capital en ambos impuestos para asegurar su neutralidad entre activos y evitar que puedan ser confiscatorios. Ante todo, se busca que se simplifique “su complicada estructura y revisar el papel de las Haciendas autonómicas en el tributo que recae sobre bases muy móviles”.

5.- Otras propuestas

El documento de Fedea recomienda “aproximar los tipos de gravamen sobre bebidas alcohólicas, labores del tabaco y combustibles fósiles a los establecidos en los principales países de la Unión Europea, reforzar y ordenar la tributación medioambiental mediante la promulgación de una ley marco que defina las bases gravables y las asigne a las distintas administraciones”.

Finalmente, consideran imprescindible mantener el refuerzo en la lucha contra la economía sumergida, la evasión y la elusión fiscal.

Una fiscalidad europea común: ¿solución o utopía?

Esta es otra de las propuestas que ha pasado por la cabeza de muchos economistas a lo largo de la Historia económica europea. Para darle respuesta, hablamos de ello con Julio César Muñiz, profesor del Máster Universitario en Fiscalidad Internacional y coordinador del Máster Universitario en Asesoría Fiscal de UNIR.

Dentro del mercado único hay dos puntos donde se encuentran grandes escollos a los que se enfrentan los países de la UE: por un lado, la política social, y por otro la tributaria. Conseguir establecer una política europea en estos dos ámbitos podría solucionar varios problemas, pero no todos los gobiernos están dispuestos. En el caso de la fiscalidad, por ejemplo: Los estados son muy recelosos de ceder competencias a la UE en materia de impuestos porque no se fían, ya que es un elemento que está asociado a su soberanía. Pero imagínate que el IRPF fuese europeo, se eliminarían una serie de trabas enormes, o que el impuesto de sociedades también fuera europeo, se acabaría con la competencia fiscal entre estados. Pero las políticas requieren de dinero y si un gobierno está atado en la vía de ingresos por el pacto de estabilidad presupuestaria, no sería tan libre para adoptar medidas”, destaca Muñiz.

Ante este impedimento, lo que busca la Unión Europea ahora es que funcione el mercado único lo mejor posible, porque si se detiene la economía de un estado miembro, arrastra al resto: “Es como si en una provincia resulta que hay una zona increíblemente deprimida, acaba afectando al resto, distorsionando la economía y generando flujos migratorios. La UE, en el ámbito económico es igual, tiende y aspira a funcionar como si fuera un estado y espera que todas las economías tengan un nivel lo más parecido y equilibrado posible, porque si no, genera problemas y a largo plazo impediría el crecimiento”.

De ahí, que resulte muy probable que España se vea abocada a pasar ‘exámenes fiscales’ todos los años para demostrar a Europa que es capaz de afrontar los pagos de los futuros créditos que deba devolver a Bruselas: El Parlamento Europeo dará cancha a los estados hasta mayo/junio de 2021, por lo que para julio del año que viene pueden exigir al Gobierno recortes. Tendrán que presentar un informe con lo que piensan hacer, verificar si se puede llevar a cabo y, si no les gusta, les dirán lo que deben cambiar. En caso de que no quieran, no les darán todo el dinero”.

Por el momento, Moncloa deber presentar su proyecto de cuentas para el próximo ejercicio con fecha límite el 1 de octubre. Este será el primer paso para que pueda ser tramitado. El borrador del mismo documento deberá ser estudiado por Bruselas para el 13 de octubre, de manera que se pueda desbloquear lo antes posible las primeras ayudas del fondo de reconstrucción.

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