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La globalización y el cambio climático intensifican las tendencias migratorias, señalan en UNIR expertos en la materia

Carlota Solé, fundadora del Grupo de Estudios sobre Inmigración y Minorías Étnicas (GEDIME), y Joaquín Arango, expresidente del CIS, han participado en el seminario ‘Las migraciones en el mundo’, dirigido por Emilio Lamo de Espinosa.

Logroño-Madrid, 5 de julio de 2022.-

El desarrollo de las telecomunicaciones y la economía de mercado, los conflictos en los países de origen y el cambio climático han transformado las tendencias de las migraciones; al tiempo que los Estados del primer mundo persisten en controlar los flujos migratorios. Estas fueron algunas de las principales conclusiones del seminario ‘Las migraciones en el mundo’, en el que participaron  Carlota Solé, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona y fundadora del Grupo de Estudios sobre Inmigración y Minorías Étnicas (GEDIME); y Joaquín Arango, catedrático de Sociología emérito en la Universidad Complutense, codirector del Grupo de Estudios sobre Migraciones Internacionales (GEMI) y expresidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

La sesión forma parte del ciclo de conferencias ‘Pensar el siglo XXI’, organizado por el Consejo Social de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y dirigido por el catedrático emérito de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa, vicepresidente de UNIR.

Este introdujo a los ponentes, resaltando la actualidad de las migraciones, aludiendo a las que llegan a la Unión Europea desde el Este (debido a la guerra de Ucrania) y desde el Sur (con los subsaharianos). Destacó que los movimientos de población forman parte de nuestra especie, porque “la emigración es la historia de la humanidad”.

Carlota Solé explicó que “el desarrollo de las telecomunicaciones y la economía de mercado global han cambiado las tendencias en la emigración”. Por un lado, ha aumentado el número de emigrantes internacionales en las últimas décadas y, por otro, “los Estados del primer mundo persisten en controlar los flujos migratorios”.

Las razones que impulsan a abandonar el país “ya no son solo económicas”, sino también “para huir de amenazas al bienestar físico, quiebras de Estado, violencia política o civil o desastres ecológicos. Desde 2010, se reconocen las llamadas migraciones medioambientales, ya que el cambio climático reduce las posibilidades de supervivencia en determinadas zonas” añadió la experta

“Al final del siglo XX los migrantes se movían de forma pautada. Ahora en el siglo XXI parecen movilizarse indiscriminadamente, en un sistema mundial desestructurado”, apostilló.

Feminización de los movimientos migratorios

Se da, además, una feminización del fenómeno: “ha aumentado el número de mujeres que migran como cabezas de familia”. Y paralelamente en un país como España, “las inmigrantes extracomunitarias han permitido que mujeres españolas, que han rechazado tareas de cuidado de larga duración, sigan con sus trayectorias profesionales, lo que supone una aportación al Estado de bienestar”.

“España, que fue un país emisor desde los años 50 a los años 70, se ha convertido   actualmente en uno de los veinte países más importantes de destino de inmigrantes” recordó Solé, “con 5 millones de personas, que representan aproximadamente el 12% de la población total y el 17% de la población activa”. Subrayó que la población de origen emigrante tiene “tasas de paro más elevadas que la autóctona, del 22,5% frente a 13,65% en 2022”.

La ponente resaltó los aspectos positivos de la emigración: “contribuye al crecimiento demográfico, económico y cultural, y no amenaza a los intereses de la población autóctona sino que comporta un beneficio”. Se lamentó, en este sentido, del rechazo social que generan colectivos como “los menores no acompañados (MENAS) cuando en realidad, aquellos que no hayan cometido delitos, son la esperanza, jóvenes que con su trabajo pueden contribuir al desarrollo y al capital productivo del país”.

Influyen en esa actitud “el racismo y la xenofobia”, agregó. Y “los populismos que resurgen en concomitancia con los movimientos migratorios”.

Proliferación de muros, vallas y verjas

Joaquín Arango, por su parte, coincidió en apuntar la “hiperpolitización negativa” que provoca el fenómeno migratorio, “utilizado en la confrontación partidaria de fuerzas populistas y xenófobas, que encuentra su correlato en prácticas de gobiernos”.

“Asistimos -destacó- a una creciente preocupación por la inmigración irregular, una psicosis, en contraste con la indiferencia de hace unas décadas”. Esto se ha traducido en todo Occidente en “la primacía de políticas de control, con proliferación de muros, vallas y verjas, 70 en la actualidad, cuando antes no pasaban de siete”

“La parte del león de la Política Común de Inmigración y Asilo de la UE la constituyen medidas y prácticas para reforzar las fronteras de la Unión” añadió Arango. En el caso de EE.UU., “el aumento del número de migrantes mexicanos en las primeras dos décadas del siglo y los atentados del 11-S ha alimentado el rechazo a los foráneos”. Lo cual ha provocado “la securitización de las políticas restrictivas de migraciones, que autoriza a políticas y prácticas defensivas, soslayando el derecho internacional promulgado en la Convención de Ginebra”.

De todas formas, “crece la conciencia de que el control de flujos es muy difícil sin colaboración de países de origen y de tránsito, las políticas de ‘externalización'”, puntualizó.

En las últimas décadas se ha producido “un deterioro en la valoración social de la emigración”, a pesar de que Occidente necesita la llegada de extranjeros. Y recordó el caso de Sarkozy, que “fomentó en Francia una política de inmigración que potenciase la escogida (mano de obra cualificada) frente a la sufrida (refugiados, irregulares etc.)” .

Respecto a España, “el grado de integración se sitúa en cotas muy estimables”, señaló el experto. A lo que ha contribuido “la política de empadronamientos llevada a cabo por los ayuntamientos”.

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