Sara Puerto
Una estrategia coordinada en el entorno escolar y familiar es clave, según Lola Ordóñez, directora del Experto Universitario en Trastorno del Espectro Autista (TEA) de UNIR.
La pandemia ha trastocado la existencia de millones de personas en todo el mundo, especialmente de las más vulnerables. Desde el inicio, un colectivo que ha sufrido los efectos del punto y aparte en la normalidad que supusieron las medidas sanitarias es el de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y sus familias. Mantener rutinas es algo esencial para las personas con autismo, pues le permite regular su comportamiento, y justo es ahí es donde el COVID-19 ha ido a impactar.
Esta alteración en las rutinas ha afectado muy en particular a niños y adolescentes autistas, con el cierre de los centros escolares y, ahora, con una vuelta al cole repleta de incertidumbres, horarios cambiados y recomendaciones sanitarias difíciles de asimilar.
¿Cómo hacer, entonces, para que este comienzo del curso sea menos duro para ellos?
Lola Ordóñez, directora del Experto Universitario en Trastorno del Espectro Autista de UNIR, explica qué apoyos necesitan por parte del entorno familiar y escolar los niños y adolescentes con autismo.
“Suele depender de las características individuales de cada persona, por la variabilidad de síntomas que se manifiestan dentro del espectro del autismo, si presentan algún trastorno asociado, de su desarrollo cognitivo y del lenguaje. En general, encontraremos necesidades de apoyo relacionadas con la comunicación, la interacción social, intereses o patrones de conducta restringidos, lo que puede afectar a la adaptación del individuo a los contextos familiar y escolar”, aclara.
Por lo tanto, “las estrategias a usar son muy variadas y hay que decidir cuál se adapta a la necesidad de apoyo individual de cada persona con autismo, según las dificultades que presente y según el contexto en el que se dé”.
Pensar en equipo
El título de UNIR ofrece al alumno recursos para comprender cómo entienden el mundo los niños con autismo, cómo procesan la información y su manera de sentir y percibir. Además, forma en las estrategias para diseñar intervenciones pensando en equipo, junto a los apoyos naturales del niño.
“Es muy importante conocer muchas estrategias, ser flexible y tener en cuenta que, aunque la estrategia pueda ser de por sí muy válida, las personas del entorno deben conocerla, manejarla y comprometerse con ella, para poder apoyar de una manera eficaz y adecuada desde los múltiples contextos en los que participa la persona con autismo”, afirma la directora del título, desarrollado en colaboración con el Centro Integral Infantil y Juvenil de Atención Temprana (SIDI).
El impacto del COVID-19
“En muchos casos la pérdida de rutinas ha podido generar necesidades que no manifestaban antes”, indica esta profesora, sobre cómo ha afectado el COVID-19 a los niños y jóvenes autistas.
“Se ha perdido la exigencia del entorno escolar, actividades extraescolares o deportivas, terapia… –prosigue–. Algunas personas han dejado de recibir los apoyos de sus terapeutas y las familias han tenido que solventar la situación sin el apoyo de sus profesionales de referencia. Asimismo, han tenido que incorporar a su día a día el uso de las mascarillas y normas de higiene que son difíciles de entender, por el hecho de que nos protegemos de un virus que no se ve y puede ser difícil comprender la necesidad de adoptar estos hábitos”.
Este Experto Universitario en TEA está dirigido a familias con niños con autismo, a profesores de las etapas educativas comprendidas entre los 0 y 18 años y a profesionales de apoyo, tanto externo como de Atención Temprana.
“Esta formación capacita en el conocimiento de las características del alumnado o población con TEA y en el manejo de estrategias para el apoyo y la intervención coordinada en los contextos escolares y familiares, para facilitar que la persona con autismo pueda adaptarse de forma óptima a su entorno social, escolar y familiar”, asegura Ordoñez.
