La experta policial en ciberdelitos habla en UNIR sobre la importancia de acudir a la Policía por nimio o vergonzante que sea el delito sufrido virtualmente, donde los fraudes son los que encabezan el ranking
Por nimio o vergonzoso que resulte un delito online, si eres víctima no lo dudes y denúncialo a la Policía. De lo contrario, tu silencio contribuye a que el cibercriminal se sienta seguro y prosiga con su actividad ilícita. “Si los delitos online no se dan a conocer y se denuncian, los cibercriminales hacen del crimen un negocio”, corrobora Silvia Barrera en la openclass que ha impartido en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) acompañada por el director del Master de Seguridad Informática, Manuel Sánchez Rubio.
Bajo el título ‘Ciberdelitos: cómo los vigila la Policía’, la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía, miembro del Grupo Mundial de Expertos en Cibercrimen de Interpol y del E.C.T.E.G (Cybercrime Training and Education Group) de formación policial europea en Europol, desgranó que son los fraudes, con un porcentaje del 70-80%, los delitos más cometidos virtualmente. El duplicado de tarjetas, el phishing o los números de tarificación adicional “son un negocio muy rentable y los criminales lo saben, incluso a través de una declaración de renta o del juego Pokemon Go pueden idear cómo intervenir en los datos de alguien”.
Los delitos contra los menores en Internet o los ciberataques también se hallan en este particular ranking delictivo. “En España las pequeñas y medianas empresas no tienen obligación de reportarlos pero en 2018, con la entrada en vigor del Reglamento Europeo de Protección de Datos, prevemos que habrá un repunte”, adelantó Barrera, que hizo hincapié en el bajo reporte de delitos relacionados con Internet y las redes sociales. “Por ejemplo, al tratarse de fraudes de pocas cantidades, el usuario cree que no le merece la pena, o en casos de espionaje casero doméstico, cuando se instalan herramientas que vulneran la intimidad, las víctimas no denuncian por vergüenza”, ahondó.
En cualquier caso, la denuncia siempre es el primer paso de cara a su resolución o, al menos, a evitar que se convierta en algo más reiterado. “Cuando un ciberdelincuente comete este tipo de hechos de forma permanente, lo convierte en su forma de vida y tarde o temprano deja trazas que se pueden seguir”, desveló en referencia a las redes Tor, sobre las que se mostró partidaria de “no criminalizarlas porque pueden ser útiles para seguir el rastro de los criminales a través de otros usuarios menos cuidadosos que ellos”.
Potencial de las redes sociales
También destacó la importancia de aprovechar el potencial de las redes sociales, como ya hace la Policía, para lanzar un mensaje claro que llegue a millones de ojos de todas las edades. Una meta en la que juega un papel destacado la colaboración entre organismos policiales europeos, ya que “en las redes es muy raro tener delitos autóctonos, por ejemplo, con los delitos de malware, tanto el autor como las víctimas, los servidores y proveedores de servicios están repartidos por otros países y por eso de nada sirve tener muy buenos ciberagentes si no tenemos una relación fluida”.
Más complicados resultan a veces los trámites judiciales. “Esto es una cadena de montaje, la gente dice que denuncia y se archiva su caso, no se puede tardar nueve meses en investigar un delito que debería tardar días o semanas; el sistema judicial debe garantizar que las víctimas hallen amparo y protección de derechos pero no hay que demonizar las legislaciones, en cada país se pueden hacer deberes sin que implique un cambio legislativo, solo con voluntad y remando todos en el mismo barco”, reconoció Barrera, co-driver del grupo de trabajo policial de la Comisión Europea en Materia de Ciberataques.
Una amplia trayectoria profesional para la que esta experta reconoció que se requiere de “mucho trabajo, además de conocimientos en la rama de seguridad informática, como por ejemplo ingeniería informática o telecomunicaciones, y de estar actualizado, no vale hacer un curso puntual, hay que estar día a día y especializarse, no se pude saber de todas las ramas”. No obstante, animó a la colaboración ciudadana y de instituciones como, entre otras, las Universidades, “reportando información o desarrollando herramientas específicas para cubrir nuestras necesidades y para las que nosotros no tenemos recursos suficientes”.
