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"Los bebés nacen con un gran potencial y es misión de los padres que se desarrolle al máximo"

La profesora de la Facultad de Educación de UNIR explica los beneficios de la estimulación temprana en los niños de 0 a 6 años para trabajar los aspectos cognitivos, motrices y emocionales y potenciar su aprendizaje

Los tres primeros años de vida de un bebé son clave en su posterior formación. En esa etapa su desarrollo neuronal alcanza el máximo nivel y es papel de los padres potenciarlo todo lo posible. ¿Cómo? La doctora en Psicología y licenciada en Pedagogía Mónica Gutiérrez lo tiene claro, como ya dejara claro en una reciente Openclass. La estimulación temprana contribuye a que el niño aproveche esta capacidad de aprendizaje y adaptación a su entorno. La docente de los Grados de Educación Infantil y Primaria de UNIR explica que los juegos, ejercicios, técnicas y actividades entre los 0 y 6 años reportan beneficios físicos, emocionales e intelectuales puesto que el aprendizaje es cuestión “de todo el cuerpo” e insta a los progenitores a no comparar el desarrollo de unos niños con otros porque “es una carrera de fondo”.

P. ¿En qué consiste la estimulación temprana?

Su objetivo es el de desarrollar y potenciar, a través de juegos, ejercicios, técnicas, actividades y otros recursos, las funciones del cerebro del bebé. Los beneficios de la estimulación son físicos, emocionales e intelectuales.

P. ¿En qué edades hay que realizarla? ¿Difiere según los años del niño?

La estimulación temprana se lleva a cabo desde el nacimiento hasta los seis años. En función de la edad del niño se realizarán diferentes actividades, ya que su desarrollo biológico, psicológico y social estará en una etapa diferente.

P. ¿Qué beneficios aporta al niño? ¿Y a los padres?

La estimulación sirve al bebé y al niño para aprovechar al máximo su capacidad de aprendizaje y de adaptación a su entorno de una forma más sencilla, rápida e intensa. A los padres les ofrece una serie de estrategias que les ayudarán a apoyar el desarrollo de sus hijos y les da la oportunidad de conocerlos más para crecer juntos.

P. ¿Cuál es la labor de los progenitores?

Todos sabemos que los bebés nacen con un gran potencial y es la misión de los padres hacer que se desarrolle al máximo de la forma más adecuada, positiva y divertida. Siempre respetando el ritmo de cada niño.

P. ¿A través de qué actividades puede realizarse?

Las actividades de estimulación pueden ser muy variadas, desde un masaje o una iniciación al movimiento en los primeros meses hasta una estimulación sensorial o un trabajo específico en el área del lenguaje o de las emociones.

P. ¿Qué áreas se trabajan en la estimulación temprana? ¿También el tema emocional?

Se trabaja en los aspectos cognitivos, motrices y emocionales. El movimiento y las emociones nos van a llevar a lo cognitivo en estos años. Trabajar las emociones hará que el niño aprenda desde muy pequeño a conocer qué le pasa y, poco a poco, saber gestionarlo. La autoestima y el auto concepto se definen desde estos primeros años, así que debemos trabajarlo en las familias, en las aulas y en los centros de estimulación.

P. Como directora de un centro de estimulación, ¿el desarrollo temprano del niño es, hoy en día, una moda u obsesión por asegurar su salud física-psicológica o, por el contrario, una verdadera necesidad?

No es una moda. Todos los bebés experimentan diferentes etapas de desarrollo que pueden ser incrementadas con una estimulación temprana. Para ello se debe reconocer y motivar el potencial de cada niño individualmente y presentarle objetivos y actividades adecuadas que fortalezcan su autoestima, iniciativa y aprendizaje. La estimulación que recibe el bebé en sus primeros años de vida constituye la base de su desarrollo futuro.

Mecanismos de aprendizaje

P. ¿Es realmente importante una intervención temprana en esos primeros años de vida?

Sí. Cuanto antes comencemos mejor, porque la flexibilidad va disminuyendo con la edad. Desde el nacimiento hasta los tres años, el desarrollo neuronal de los bebés alcanza su nivel máximo. A partir de esa edad empezará a decrecer hasta los seis años, que es cuando ya estarán formadas las interconexiones neuronales de su cerebro, lo que hace que sus mecanismos de aprendizaje sean parecidos a los de una persona adulta.

Sin embargo, no todo en el aprendizaje depende de la cabeza. El aprendizaje, el pensamiento, la creatividad y la inteligencia dependen de todo el cuerpo. Así que debemos tener en cuenta que tenemos que estimular a través de las sensaciones, movimientos, emociones… Les tenemos que dejar descubrir, emocionarse, experimentar, asombrarse… Y todo esto está en nuestras manos.

P. ¿La atención temprana es beneficiosa para todos los niños o, más especialmente, para aquellos con necesidades especiales?

Cuando hablamos de atención temprana nos referimos al conjunto de intervenciones dirigidas a los niños de 0 a 6 años, a la familia y al entorno y cuyo objetivo es el de dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben ser consideradas la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar.

P. ¿Y en las escuelas y colegios se ofrecen suficientes programas de estimulación temprana?

Se realiza en algunos centros educativos y en centros especializados tanto públicos como privados. Los centros están abriéndose a nuevas metodologías y, poco a poco, se están valorando otras formas de trabajar en el aula. Estamos en un momento de cambio tanto para los centros como para las familias.

Uso del móvil

P. Considera que, antes de los seis años, es mejor que el niño no tenga muchos estímulos audiovisuales. Pero en la sociedad actual eso parece complicado. ¿Cómo lograrlo?

Es fácil. Hay que crear entornos y situaciones en los que los estímulos audiovisuales no estén presentes. Por ejemplo, hay momentos en los que no tienen ninguna función, como puede ser durante la comida. Imaginemos una situación: pensemos en un niño de 2 ó 3 años que está comiendo mientras ve dibujos animados en la Tablet. Ahora pensemos en ese niño comiendo con sus padres y hablando de lo que ha pasado durante el día o jugando a un juego manipulativo. La escena cambia bastante, ¿no? Los aprendizajes también.

P. ¿Qué me dice de los padres que dejan el móvil o la Tablet a los niños tan pequeños?

Tenemos que pensar por qué lo hacemos y ver si lo hacemos por nosotros o por ellos. Siempre debemos ser conscientes de las consecuencias. Y asumirlas desde que iniciamos un proceso. Este suele ser el problema. Cuando vemos las consecuencias pensamos que no lo tendríamos que haber hecho y, a veces, ya es tarde.

P. Habla también de que los padres no deben agobiarse por el ritmo del niño a la hora de caminar o leer, entre otras cosas, y que hay que acompañarlos. Pero ¿quién marca ese ritmo?

El niño. Cada uno tiene su ritmo y lo que podemos hacer es facilitarle la libertad para moverse, experimentar y apoyarle para que pueda emprender un proceso que es diferente en cada uno. Nunca hay que comparar ni competir, el desarrollo es una carrera de fondo, en la que lo importante es ocuparse y disfrutar de los pequeños hitos a alcanzar.

Del mismo modo, cuando observamos aspectos que llaman la atención es importante que nos pongamos en manos de un especialista; estos años son clave para poder intervenir si hay algún problema.

P. ¿Cómo pueden tranquilizarse los padres y no pensar que hay que acelerar el proceso?

No deben olvidar que la sobre estimulación puede ser tan negativa como la privación de estimulación en el niño. Por ejemplo, sabemos que una sobre estimulación puede prolongar el periodo de multiplicación celular, lo que tiene como efecto retardar el proceso madurativo al provocar una “infantilización” del cerebro.

Es clave que respetemos el ritmo evolutivo de cada niño, que tiene su tempo y es a partir de él desde donde tenemos que trabajar.

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